Un año más del colosal Barcelona Beer Festival: casi 500 cervezas, 100 surtidores, 26 stands de expositores profesionales y preparado para acoger 40.000 asistentes.
Les Drassanes era lugar muy atractivo, toda aquella arquitectura gótica se corresponde mucho con la actividad cerveza si uno piensa en la imagen medieval, monjes, abadías … pero quedaba abarrotado a medida que ha ido creciendo el festival. De los 10.000 asistentes el primer año a 30.000 en la pasada edición. Muchas colas, saturación, imposibilidad de ubicar más stands y actividades, pocas mesas y, en el exterior, separados de los turistas y otros peatones por unas vallas metálicas, de aquellas de obras, que daba sensación de provisionalidad.
En La Farga de L’Hospitalet hay mucho más espacio tanto en el exterior como en el interior. Y en esta edición todavía había una buena parte del recinto sin utilizar. Pierde encanto, eso sí.
Tuve dos impresiones del certamen. Pasé el sábado hacia el mediodía arrastrando a toda la familia, en plan tapeo. A esa hora era ideal para un público familiar. Ambiente tranquilo, mesas libres, prácticamente sin colas para la comida y la bebida, los críos corriendo por allí sin temor a perderlos ni ser tragados por una avalancha humana, y con alguna actividad familiar en el escenario. Y bien lograda la oferta gastronómica de proximidad del Parque Agrario del Baix Llobregat: alcachofas del Prat, calçots de Gavà, pollos Pota Blava del Prat transformados en pollycaos, croquetas y albóndigas.
Después volví a última hora del sábado. Me encontré una cola de espanto para comprar las entradas. Suerte que estaban previstos accesos separados para acreditados y asistentes que ya habían retirado las entradas anteriormente y que llevaban la pulsera correspondiente. Dentro, todos los espacios estaban ocupados y abarrotados, mucho ruido ambiente, asistentes y niños sentados por el suelo y mucho calor humano.
Una sugerencia para la organización. Aprovechando que hay espacio, podrían haber repartido los surtidores por todo alrededor y separarlos un poco, así las colas, las aglomeraciones, no serían tan agobiantes. También podrían poner más fregaderos donde enjuagar los vasos, que es otro de los puntos donde se hacina el personal.
Por cierto, un detalle bonito, este año las fichas de la feria estaban dedicadas al maestro Steve Huxley.
Había actividades de asociaciones como la francesa Brassage d’Artistes, del Gremi d’Elaboradors de Cervesa Artesana i Natural (Gecan), Asociación Española de Técnicos de Cerveza y Malta, la americana Brewers Association, etc. y de productores, distribuidores, elaboradores, sumilleres y chefs reconocidos.
En cuanto a las cervezas, una participación inabarcable, 468 cervezas y algunas sorpresas:
Es ya un clásico el pack de cada año dedicado a los cuatro ingredientes de la cerveza. Este año elaboradas por Cervezas Espiga (Agua, una IPA con agua burtonizada), Más Malta (como no, la dedicada a la Malta, una Red Ale), Edge Brewing (Lúpulo, una APA afrutada, con muchos lúpulos de aroma y dry hopping) y La Calavera (Levadura, mirando hacia uno de los lugares donde más importancia se le da, una Belgian Golden Ale).
La edición especial por BBF2017 de Stone Brewing desde sus instalaciones de Berlín, una Milk Stout con café. Realmente buena, sabor bien redondeado, torrefacto pero redondo, nada empalagosa.
También propuestas no muy habituales, como las Sours Petrus de la Brouwerij De Brabandere. Ofrecen un pack de sus Aged Pale (100% procedente de los foeders, barricas de roble de envejecimiento, después de 2 años de fermentación), Aged Red con cerezas y Roodbrun (33% del FOED y el resto cerveza joven) para hacerse uno mismo el blending, la mezcla. Probé la Aged Pale, acética pero muy comedida.
De As Cerveza Artesana me quedé con las ganas de probar el Black & Tan, mezcla inglesa de dos cervezas parecido al café irlandés, donde las dos cervezas se mantienen separadas en el mismo vaso por la distinta densidad de cada una de ellas.
También había elaboradores rusos (probé alguna IPA bien lograda), los habituales de Quebec (Brasseur du Monde, Farnham, etc.)…
Y también hicieron incursión algunas de las grandes marcas, que han logrado poner un pie de forma testimonial en el BBF: Moritz justificando su condición de elaborardor artesano por el brewpub de La Fábrica Moritz, presentaba una Scotch Ale. Pilsner Urquell con su Tankovna itinerante de pilsen fresca y sin pasteurizar. Nómada Brewing, que desde la entrada de una gran cervecera en el capital habían sido invitados a no participar en alguna feria. Viendo el revuelo que tomaba el tema y como algunos opinadores empezaban a repartir caña, tampoco me pareció demasiado molesto, la verdad. Casi que me pareció más inapropiado que en medio de tanto ambiente de cerveza artesanal, camisetas y sudaderas con mensaje, encontrase una chica que atendía una de las barras de comida llevando una camiseta de… ¡Estrella Galicia!