Asistimos a la presentación de la americana Lagunitas en el Club Belafonte de Barcelona, convertido para la ocasión en TapRoom de la marca. Un tap takeover con barriles de su buque insignia, la IPA, y también una de sus cervezas de trigo, la Little Sumpin’ Sumpin’ ale, ésta embotellada.
Lagunitas es la Quinta mayor cerveza artesanal de Estados Unidos, los últimos años con crecimientos que duplicaban a los del sector y previsiones de desarrollo que hicieron que una de las marcas globales se fijase en ella para entrar en la elaboración artesanal. La holandesa Heikenen adquirió el 50% de las acciones en 2015 en su estrategia de expansión.
Fue fundada 1993 y ha crecido a golpe de acontecimiento desde sus orígenes. Tony Magee elaboraba cerveza en el sótano, hasta que un Día de Acción de Gracias sufrió un incendio y quemó parte de la cocina. Así que su mujer le obligó a buscarse otra ubicación donde desarrollar su afición de homebrewer y aprovechó para crecer. Un año después de constituirse la empresa en Lagunitas, la empresa y sus vertidos aumentaron tanto que de los desagües de los domicilios de la población manaba cerveza. Así que la empresa fue invitada a mudarse, y nuevamente crecer, esta vez en Petaluma, pero llevándose con ella el nombre de Lagunitas. Posteriormente se creó la fábrica de Chicago, y su formidable TapRoom, para abastecer la costa este. Y una tercera fábrica en Azusa, California.
Lagunitas sigue siendo dirigida por Tony Magee, su fundador y presidente ejecutivo, y opera como una unidad independiente de Heikenen. Mantiene su carácter irreverente y elaboraciones singulares, tanto las clásicas como las actuales. Hay que considerar que Tony Magee ha transmitido su personalidad a todo lo relativo a la marca, desde el diseño de etiquetas, la mascota inspirada en Petey de The Little Rascals, las recetas, etc.
La primera cerveza que presentaron fue su famosa IPA de 1995, originalmente elaborada con 43 lúpulos y 65 maltas diferentes. Una IPA fácilmente bebible de 52 IBUs. Muy aromática. Las maltas Crystal inglesas, Munich y Caramel aportan un poco de tostado y cuerpo, y suavizan los lúpulos americanos (Columbus, Tomahawk, Zeus, Willamette, Cascade, etc.). Como dicen ellos, no es una IPA que vaya a arruinarte el paladar, sino que va a maridar bien con la comida. De entrada, es lupulada, resinosa y cítrica, pero acaba con un final maltoso, caramelizado, que diluye el amargor.
Y la Littel Sumpin’ Sumpin’ ale, a medio camino de la Hefeweizen y la IPA. 50% de malta de trigo: blanco, torrefacto inglés, tostado belga, etc. que aportan diferentes sabores. Y un 80% del lúpulo para aroma. Aun así, cuenta con 65 IBUs. Resulta un sabor complejo con notas muy variadas que no desentonan: piña, cedro, pino, pomelo, lima… pero también frutas como cerezas, arándanos, etc. Muy clara y sin poso, filtrada. Tiene un final fuerte a lúpulo, pero sin sensación de amargor ni demasiada acidez, y cuerpo sedoso.
Esperamos que quieran construir alguna fábrica por estos lares, para tomar sus cervezas más frescas si cabe.
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